Al elegir a nuestra pareja, automáticamente, nos hace responsables de la relación y de lo que se derive de ella. Revisar las relaciones que establecemos dentro de la familia, siendo la relación de pareja el punto de partida, continuando con la de padres e hijos y finalizando con las dinámicas relacionales en la familia, nos permite mejorar estas relaciones que nos hacen reír y llorar al mostrarnos lo peor y como no, lo mejor de la vida. Al mantenerlas desde lo peor, nos cubrimos con el manto del dolor, pagando un alto precio al renunciar a ser quienes somos, a cambio de poder conseguir una falsa seguridad, comodidad y la ilusión de ser amados.
Lo mejor, por que posibilitan un entorno afectivo para ser nosotros mismos sin tener que enmascarar nuestra vulnerabilidad. Esconderla no nos hace fuertes, de igual manera, mostrarla nos hace más humanos. Facilita lo mejor, para generar un entorno familiar positivo, donde ser lo que somos e invite a llegar a ser, lo que podemos ser.